HACÍA TIEMPO QUE NO ESCRIBÍA.
Por lo general no abordo temas tan personales con mi comunidad online, pero últimamente he sentido la necesidad de compartir más experiencias personales; de ser más vulnerable y abrirme por completo a fin de poder ayudar mejor a los demás.
El motivo de mi silencio se debe a que he atravesado por un periodo de grandes cambios internos. Sentía que me había estancado en determinadas áreas de mi vida y luchaba por dilucidar cómo salir adelante. Realmente luchaba.
El hecho de no saber qué hacer y de no entender por qué me sentía tan estancada me parecía desconcertante. Verás, hace unos años se produjeron varios cambios importantes en mi vida. Me deshice de muchas cosas negativas y encontré en mí una fortaleza que hasta entonces desconocía. En los últimos años, me he dedicado a ayudar a las personas a superar situaciones similares. Naturalmente, pensaba que tenía resuelto todo el asunto de «cómo despegar y dejar de sentirse estancado». Creía que en el futuro, siempre que me sintiera de esa manera, sabría CON EXACTITUD qué hacer. ¡JA! ¡Qué inocente y absurdo!
Este verano viví una experiencia que trajo aparejada varios cambios. El episodio hizo que me abriera como nunca lo había hecho. Sentí emociones nuevas, desconcertantes y sorprendentes. Ese lugar donde coexisten el miedo, la ansiedad y la vergüenza, y que había evitado durante más de 20 años porque sentía que era aterrador, doloroso e intimidatorio, ahora era bienvenido. Sabía que hacerlo me conduciría donde debía estar.
Así que me dejé llevar por completo.
Luego escribí. Escribí muchísimo. Escribía todos los días, hasta que llegó un momento en que sentí que ya había sacado todo lo que necesitaba salir. Observando aquellas palabras que a su vez me observaban desde el papel, comprendí que había ciertas cosas que debía soltar y dejar ir. Sólo que en esta ocasión no se trataba de personas, situaciones o cosas, sino de creencias y diálogos internos. Y desde entonces he trabajado mucho para volver a escribir ese diálogo en mi mente y corazón.
Comparto esta experiencia contigo porque corren tiempos extraños. En ocasiones la vida nos golpea y abre grietas para que podamos profundizar, crecer y convertirnos en la persona que estamos destinados a ser. Pero la mayoría de las veces, los mensajes que la vida nos ofrece son silenciosos. Y para descubrirlos, debemos adquirir el compromiso de estar presente en cada momento. Si prestamos mayor atención a lo que REALMENTE sentimos y aprendemos a identificar el malestar, la emoción, el dolor o la alegría, ese camino nos conducirá a la verdad. Nos conducirá a aquello que consideramos la verdad sobre nosotros mismos.
¿Por qué es tan importante?
Porque lo que creemos que somos, quiénes creemos que somos, crea nuestra propia realidad. En otras palabras: lo que creemos sobre nosotros mismos se convierte en nuestra experiencia. Si creemos que ganar dinero no se nos da bien, esa es la película que veremos. Si creemos que carecemos de fuerza de voluntad y que no podremos perder peso, eso es lo que sucederá. Las creencias y las «verdades falsas» están tan arraigadas en nosotros que ni siquiera nos damos cuenta de que están allí.
Así que mi pregunta es:
¿Cuáles son las creencias que te frenan e impiden que reconozcas o hagas realidad aquello que deseas de corazón para tu vida?
No es una pregunta sencilla de responder. Las creencias limitantes, sobre todo las que nos contamos en la infancia, a menudo están presentes a nivel inconsciente y pueden pasar años, incluso décadas, sin que las cuestionemos. Para liberar esas creencias debemos llegar hasta su raíz y conectar con la historia y los sentimientos ligados a ellas. Eso requiere mucho trabajo. Pero he descubierto que para mí al igual que para la mayoría de mis clientes, las siguientes prácticas son muy útiles a la hora de iniciar el proceso:
Practica la quietud. Dedica diariamente unos minutos para concentrarte en la respiración y tranquilizar la mente. La quietud crea el espacio propicio para la escucha profunda y te permite alcanzar la verdad y la claridad que normalmente quedan silenciadas por el ruido mental y el ajetreo cotidiano.
Conecta con tus sentimientos. El motivo por el cual solemos actuar con miedo o desde nuestras creencias limitantes se debe a que queremos evitar las emociones más profundas y difíciles de afrontar. Pero a medida que nos vayamos sintiendo más cómodos con nuestra propia incomodidad o malestar, más rápido podremos acceder a nuestra verdad.
Aquí comparto algunas preguntas que te ayudarán a explorar tus sentimientos.
- ¿Cómo describirías el sentimiento? (¿Qué es? ¿Ira, tristeza, ansiedad? ¿Cuál es su intensidad? ¿Cómo se siente a nivel físico?).
- ¿En qué parte del cuerpo se manifiesta?
- ¿Qué intenta decirme este sentimiento?
Una vez que reconocemos y somos más conscientes de aquello que nuestro cuerpo y corazón intentan decirnos, tenemos la oportunidad de dar pequeños pasos para modificar las creencias y los diálogos internos.
Además de practicar los dos pasos anteriores, creo que también es importante crear rituales para el cuidado personal. Nutrir el cuerpo con alimentos saludables, un hábito que nos conecta con nuestro espíritu, asumir el compromiso de vivir en base nuestros valores y mover el cuerpo cada día son factores esenciales para estar totalmente presente cada día. Mantener el cuerpo fuerte y saludable, y el corazón abierto nos ayudará a conectar con los mensajes sutiles que la vida intenta transmitirnos.
With love,
Ana
Buenos días Ana,
Me encantaría tener conversaciones contigo y si pueden ser personales mejor
Recibe un saludo
Marta, Puedes mandarme un mail aquí. http://www.anaalexandre.com/es/contacto/